jueves, 8 de noviembre de 2012

Nuestra primera crítica - de Teresa Gatto


teatro » nota
Críticas | Publicado el 07 de noviembre de 2012 a las 18:04 hs.
La obra de Darío Bonheur, espléndidamente interpretada por Alicia Naya y Stella Matute, indaga la violencia intrafamiliar desde una mirada desplegada en diversos sentidos. Estupenda puesta y dirección de Fernando Alegre.
por Teresa Gatto
"El silencio estimula al verdugo"
Elie Wiesel
Dos mujeres. En el departamento de al lado, reina la violencia. Ellas espían y conjeturan. ¿Por qué el pianista ataca a su mujer? ¿Por qué ella lo soporta? ¿Sólo la arrasa cuando está bebido? ¿O desde hace un tiempo el alcohol no es necesario y la maltrata sin razón?
No existe razón para la violencia que no radique en una patología. Por eso estas mujeres, que alternan no sólo sus roles sino que son capaces de un bovarismo atroz, en términos de la capacidad que un sujeto tiene de crearse una personalidad ficticia -de sostener un papel al que se atiene a pesar de su verdadera naturaleza y de los hechos- mutan y se mixturan. Esta posibilidad otorga dinamismo a la puesta toda vez que ambas mujeres serán capaces de asumir los roles de eso que observan, de actuar en consecuencia y de escenificar aquello que como vouyeristas han estado observando amparadas en esa razón de la sinrazón que es mirar la vida del otro y llevar esa observación hasta límites notables.
El texto, como su título lo indica, está conformado por una serie de fragmentos que a la vez, como una mise en abyme, es vuelto a fragmentar en las acciones de las intérpretes que se desenvuelven en un dispositivo escénico de gran operatividad en el que el Director Fernando Alegre tiene mucho que ver, ya que montar esta obra es un desafío no sólo por la cualidad fraccionada de las disitntas intervenciones textuales, sino porque cada corte y pausa, forman parte de una herida que se inflige al otro, sea la mujer del pianista o, en el cambio de papeles, a sí mismas.
Además de las impecables actuaciones de Alicia Naya y Stella Matute que componen los diversos roles desde abruptos cambios de inflexión tan certeros como el golpe inesperado de un agresor, la resolución aprovecha la planta de modo de que el público pueda observar desde dos laterales y de ese modo la puesta en abismo se reitera, porque no hay un solo modo de ver y/o sufrir la violencia.
Cada noche de sábado en que la obra sube a escena, los próximos 6 sábados en el Centro Cultural Caras y Caretas, los espectadores, tendrán el plus de quedarse a un debate abierto sobre la violencia de género, doméstica o de cualquier índole a cargo de invitados. El día del estreno el debate fue coordinado por el Dr. Hugo Bab Quintela reconocido psiquiatra, dramaturgo, etc., y quien escribe esta nota.
Fragmentos de un pianista violento es una re-presentación de la violencia que, hecha con gran originalidad, apela a aquellos golpes que ahora mismo está recibiendo esa mujer o ese hombre medianera de por medio y a la que nosotros mismos podemos ejercer cuando algún resorte se suelta de nuestro umbral de percepción.

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