miércoles, 12 de diciembre de 2012

Crítica - Por Alberto Catena - En Cabal Digital



Fragmentos de un pianista violento. Drama de Darío Bonheur. Director: Fernando Alegre. Con Stella Matute y Alicia Naya. Música original: Sonia Kovalivker. Vestuario: Pedro Muñoz. Fotografía: Fernando Musante. Asistencia de dirección: Martín Althaparro. Sábados a las 21 horas en Caras y Caretas, Venezuela 330.
Por Alberto Catena
Fragmentos de un pianista violento es el intento de plasmar en una obra ese estigma social que es la violencia de género. El joven autor Darío Bonheur lo hace a través de un procedimiento simple peroingenioso: dos vecinas observan en forma permanente la conducta de un pianista, que somete a su mujer a una continua violencia simbólica y física. Ellas saben todo lo que ocurre en la proximidad de sus casas. A través de extraños recovecos o mecanismos alcanzan a ver lo que esas dos criaturas hacen. Y comentan esos sucesos entre ellas, de una forma tal que, por momentos, el espectador tiene la sensación de no estar con las dos mujeres sino con las personas cuyas vidas son contadas. La transmutación produce un extraño clima, al que el director y las actrices le sacan al comienzo un buen partido teatral. Pero, al poco tiempo se agota, quedando más la cáscara del recurso, muy basado en lo verbal, que una atractiva conflictividad. Y termina saturando un poco.
La obra, de todos modos, tiene su sustancia y nos pone frente a este flagelo despertándonos todo tipo de inquietudes. Luego, un debate organizado al final de cada función, deja un buen espacio para discutir  el tema. Uno de los puntos a los que la gente se refiere más es al epílogo, que queda como una suerte de conclusión abierta, no se sabe bien si por voluntad de suscitar en el espectador este trabajo de reconstrucción de la historia que hoy se le pide tan a menudo o porque tal vez cualquier salida demasiado taxativa podía llevar a empobrecer el análisis de un problema que siempre es complejo.
Como virtudes claras de la puesta, además de una buena dirección escénica y el trabajo de diseño musical, están las actuaciones de las dos protagonistas. Stella Matute, que en estos días acaba de ser nominada para el Premio Nuevas Miradas en la Televisión que otorga la Universidad de Quilmes –por su excelente trabajo como Carmen en la miniserie Memorias de una muchacha peronista-, vuelve a mostrar su reconocida calidad y convierte a un personaje que en el texto no tiene excesiva carnadura en una composición de alto nivel. La labor de Alicia Naya alcanza también muy buenas cotas de interpretación, aunque en su caso el papel  –por encarnarse de a ratos en la sufrida mujer del pianista- tiene más puntos de apoyo y nutrición en el libro.

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