sábado, 22 de junio de 2013

Nota en Tiempo Argentino

http://tiempo.infonews.com/2013/06/21/espectaculos-104190-el-teatro-puede-modificar-algo-de-lo-social.php



Si hay víctimas de violencia de género tan desesperadas que llegan a filmarse y a difundir sus maltratos para que alguien haga algo; si hay famosas que se animan a confesar en un programa de televisión que son golpeadas por sus parejas; si hay asociaciones que reclaman más medidas de protección y aseguran que sólo con la denuncia no alcanza, y si existen cifras que avisan que el problema crece y que en 2012 fueron asesinadas 255 mujeres. Si todo esto sucede, ¿por qué el teatro no podría contarlo?
"Lo que hacemos nosotras es ficción, pero pasa", dice la actriz Ana María Cores, que protagoniza dos obras de teatro que tienen, como tema principal, el maltrato a la mujer. Como ella, muchas actrices, directoras y dramaturgas decidieron expresar esta problemática en sus creaciones como una nueva forma de levantar una bandera que las identifica. Actualmente, hay en Buenos Aires cinco obras en cartel que se refieren a la violencia de género. Tiempo Argentino reunió a sus artistas –la mayoría mujeres– para que cuenten qué pasa con el público. Todas tienen un objetivo que, dicen, no es utópico: encontrar alguien entre los espectadores que necesite ayuda y que ellas, con lo suyo, puedan ayudar. 
 Las vecinas del maltrato. Fragmentos de un pianista violento es una de las obras que más repercusiones generó. El espectáculo cuenta con el apoyo del INADI, el Museo de la Mujer y el Ministerio de Justicia de la Nación. Es tan dramático y actual lo que se cuenta que al final de cada función un psicólogo se queda con el público para coordinar una charla debate, que ayude a la gente a absorber un tema que para muchas mujeres forma parte de su cotidianeidad.
Protagonizada por Alicia Naya y Stella Matute, la obra está centrada en dos mujeres que son vecinas de una mujer que todos los días es golpeada por su marido, un eximio pianista. "Está tan bien escrita por Darío Bonheur, que en una hora se aborda la violencia de un matrimonio y la actitud de la sociedad, porque estas vecinas escuchan todo y no saben qué hacer. La obra plantea cómo le cuesta a la gente comprometerse cuando conoce un hecho de violencia. Más allá de la denuncia, a veces se necesita una ayuda concreta: plata, asilo para esa mujer o un pasaje para que pueda irse y salir de esa casa", explica Stella Matute. Además, la actriz resalta que la obra no reproduce un estereotipo de un golpeador ignorante y de clase baja. Al contrario, el maltratador es un exquisito pianista de clase alta. 
"Es cierto que la situación de violencia es muy compleja y que cuando uno se mete, muchas mujeres te echan y te dicen que es su vida. Pero creo que hay que deshacer esos límites entre lo público y lo privado porque si yo veo la violencia, eso deja de ser un hecho privado", cuenta Matute. Los efectos que puede llegar a tener este espectáculo sobre las personas son más que concretos: "Con esta obra, he visto cómo el teatro puede modificar algo de lo social. Nos pasó en algunas funciones, que había mujeres que se quebraban y decían ‘necesito ayuda’. Para nosotras es conmovedor, ahí vemos con claridad la función social del teatro".
Más allá del caso extremo de que una mujer sea golpeada por su pareja, la obra busca desentrañar otras situaciones de maltrato, relacionadas con una sociedad que todavía es machista. Matute lo explica: "En una charla, una psicóloga le preguntó a la gente cuál había sido su primera experiencia de violencia de  género y nadie levantó la mano. Y ella dijo: ‘¡Qué bueno! Para mí, la primera vez que sentí esa violencia fue cuando tenía diez años y mi mamá me mandó a lavar los platos y a mi hermano le dijo que fuera a jugar al patio’. Enseguida, todas las personas reconocieron que algo así les había pasado alguna vez".


No hay comentarios:

Publicar un comentario